Nadando por la vida


Consejos, trucos y reflexiones de un recordman del mundo de natación
-Libro NO editado-
Publicación quincenal de capítulos en este blog

10 de marzo de 2011

7. Natación y reconocimiento

Alfredo Joven
Estaba en Palma, impartiendo un curso sobre actividades acuáticas para personas con necesidades especiales. En el curso había un grupo de participantes que eran técnicos acuáticos y fisioterapeutas. Para realizar el curso con una cierta aplicación práctica, solicitamos la posibilidad de contar con un grupo de personas que tuvieran algunas de las discapacidades que teníamos que trabajar en este curso formativo. En una de las sesiones tuvimos la suerte de poder realizar estas actividades prácticas con un grupo de personas con parálisis cerebral. Éramos dos los profesores e hicimos grupos por características afines. Intentamos aplicar algunas consignas que habíamos trabajado, teóricamente, en el aula.
En mi grupo, había un chico de 12 años con un grado de parálisis cerebral que implicaba algunos problemas del habla, alteraciones motrices y cierto nivel de espasticidad. Dicho niño, al que llamaré Joan, era asiduo a los programas acuáticos y, con una gran sonrisa, estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario en aquella clase -más demostrativa- que de curso normal. Él disfrutaba en el agua y se notaba que era uno de los momentos especiales del día: ir a la piscina.
Durante la sesión me dijo, a su manera, que quería bucear. A raíz de ello cambié -un poco- el trabajo previsto y nos pusimos a trabajar sobre el control de la cabeza, la coordinación somera de la respiración, los desplazamientos asistidos y buscamos, finalmente como objetivo, poder sumergirse y desplazarse con una cierta autonomía.
Durante un buen rato, Joan hacía lo que yo le proponía aunque le dejara algún momento para atender a los otros tres alumnos o comentar con los participantes del curso algunos de los elementos técnicos que llevábamos a cabo. Joan seguía trabajando individualmente. Cuando yo me puse con él, de nuevo, seguimos trabajando en el control respiratorio, seguía acompañándole en la realización de los ejercicios -algunos algo complicados- e insistimos en varios ejercicios que no acababa de coordinar, hasta que dimos la sesión por terminada. Finalmente, nos quedamos él y yo en la piscina, para finalizar la sesión demostrativa a los alumnos del curso y conseguimos que Joan llegara al fondo de la piscina. Se encontraba tan a gusto que no quería salir del agua…, y seguía practicando…, y seguía buceando. Al final, su padre, consiguió convencerle que ya era hora de irse a casa.

Todos los participantes se fueron al vestuario a ducharse y cambiarse. Los alumnos invitados se marcharon a sus casas y los profesores del curso continuamos con los contenidos teóricos durante dos horas más en el aula.
Al salir de clase, en la recepción de la piscina y sentados, esperaban Joan con su padre. Cuando me vieron, se levantaron los dos y se acercaron. El padre me dijo: "Profesor, Joan le ha estado esperando porque no quiere irse a casa hasta que le pueda decir algo". Bien -respondí- y, sonriente, me giré hacia Joan. El muchacho, con una mala vocalización pero de forma bastante clara y muy comprensible, me dijo: profe, hoy soy muy feliz porque ya llego al fondo y ahora sí que puedo ir con mis amigos al mar y hundirme como ellos, ¡muchas gracias!
Me quedé en silencio, me quedé mudo, se me hizo un nudo en la garganta y dejé correr unas lágrimas que me saltaron de la emoción. Joan se giró y agarrado de la mano de su padre, con un gesto característico de estas personas, se fue orgulloso de haber dicho aquello...
Lo que él no sabe ni supo nunca, es que a mí sí me hizo feliz de verdad, porque dio el valor real a esta profesión, me permitió sentirme útil y en ese medio que nos llena de muy diversos modos, consiguió que pudiera ir con sus amigos a disfrutar de los fondos marinos, de ese mundo donde realmente eres libre y muchas discapacidades dejan de serlo...
Gracias a ti, Joan.

Amor significa colocar la propia felicidad en la felicidad de los otros.
Pierre Teilhard de Chardin

2 comentarios:

  1. Felicitats Mario, jo com tú en l'experiencia d'ensenyar i en la satisfacció de qui n'aprèn penso que la sensació de gratitud no té preu,sino ho vius no ho pots sentir.Et felicito per el escrit i t'envejo per la experiencia ,segur que no ho oblidaràs mai i en Joan tampoc.Ens veurem per les piscines.....

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  2. De vegades les coses que no tenen gaire importància per a nosaltres, són d'una gran heroïcitat per a altres persones. Amb exemples com aquest ens n'adonem que no estem prou agraïts a tot el que tenim i al que som capaç de fer.

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