Nadando por la vida


Consejos, trucos y reflexiones de un recordman del mundo de natación
-Libro NO editado-
Publicación quincenal de capítulos en este blog

23 de marzo de 2011

8. Natación e injusticia

Fernando Aláez
Mi vida deportiva vino marcada siempre por el sacrificio y la lucha diaria, ya que elegí desde que estaba en la categoría de promesa, la opción de compaginar mis estudios (hasta licenciarme en Ciencias Geológicas) con los entrenamientos y, posteriormente, con el trabajo, es decir que -al menos- ocho horas diarias las dedicaba, bien a estudiar, o bien a trabajar. Esto puede parecer algo bastante común pero teniendo en cuenta que siempre me encontraba en los puestos de pódium en mi época de nadador absoluto, reduce bastante el número de personas que alcanzábamos a tener ese nivel de organización en nuestras vidas.
Pero la época que más me ha marcado, el momento más importante en mi vida, fue cuando me sancionaron por dopaje, a los 19 años.

En un campeonato de España, el cual no estaba físicamente bien y todas las pruebas me salieron fatal por cierto, mi entrenador me dio un comprimido de Dinamin (un antigripal), ya que no me encontraba bien, acatarrado y con malestar general.
Nadaba, por la tarde, la final B de los 200 m mariposa (ni siquiera era la final A), para que os hagáis una idea de la poca lucidez de mi rendimiento en ese campeonato. Hice una buena carrera y gané dicha final. Por sorteo me tocó el control antidoping. El médico me preguntó qué había tomado y, naturalmente, le contesté el producto que me había dado mi entrenador. Me dijo: ¡qué has hecho!, esto da positivo y yo, incrédulo de mí dije: pues es lo que me han dado, no sé…, sin más. Resulta que el producto daba positivo cualitativamente -no cuantitativamente- con lo cual, con que hubiera trazas en la orina (aunque para que te provocara una mejora física debías tomarte una caja, cosa que no entiendo) era suficiente para que se declarase el positivo. Total, que mi entrenador se inculpó y, desde la federación me indultaron, sancionándolo a él.
Pasadas unas semanas, una alta institución superior revocó el indulto y me castigaron -definitiva pero injustamente- con 2 años de sanción. Recurrí la sanción varias veces. Me la llegaron a quitar de nuevo, pero me la impusieron otra vez, todo por cuestiones políticas que nunca llegué a entender y que sigo sin entender, a día de hoy.
Total, que absurdamente, estuve fuera de combate durante unos 2½ años, yo creo que los mejores de mi vida deportiva, por las marcas que hacía entrenando. Pero tuve que apretar los dientes y asumir algo que era y es, a todas luces, muy injusto. Pero sólo lo podía demostrar con el trabajo diario y con el sacrificio que me impuse para demostrar, tarde o temprano, que alguien se equivocaba.
Durante todo ese tiempo, y sintiéndome tan atacado, humillado y vilipendiado, me dije a mí mismo que, por mis cojones, que sigo entrenando para regresar de nuevo arriba. A raíz de todo esto, la gente empezó a hablar de mí, que si toda la vida me había drogado, que por eso ganaba desde crío..., y todas esas chorradas típicas de estas ocasiones que, gracias a Dios y por mi forma de ser, no me afectaban pero, sí me molestaba porque mis padres las tenían que oír. Ellos me pidieron que dejara de nadar y mi respuesta fue un NO rotundo.

El primer campeonato de España absoluto en el que regresé, y después de toda esta travesía en el desierto, pude conseguir dos medallas de bronce. La gente me ovacionó, me vino a ver el médico que me hizo el antidoping, el seleccionador nacional de ese momento se me acercó para aprobar y distinguir mi esfuerzo..., y un montón de compañeros me arroparon para felicitarme y reconocerme los huevos que le había echado por pasar todo ese calvario, ya no sólo en lo deportivo, sino sobre todo en lo psicológico, porque es muy duro entrenar sin objetivos a la vista, durante tanto tiempo.

Seguí unos años más en la natación absoluta (estando siempre entre los 3 mejores de España en mariposa y, siendo el único que podía estarlo tanto en las pruebas de 50, 100 y 200 m) hasta que por una lesión en la espalda y molestias en los hombros volví, de nuevo, al dique seco. Paralelamente a esto, en mi centro de trabajo, me propusieron ocupar un puesto de máxima responsabilidad y, por todo ello, tuve que dejar la natación absoluta.

Al año y medio de esta retirada ya me sentía recuperado de mis molestias en la espalda y empecé a contemplar la natación máster como una opción. A finales del 2007 y, poco a poco, reinicié la natación. Cada competición me motivaba más y, además, físicamente estaba mejor. No fue muy difícil recuperar, de nuevo, la fuerza, cambié mi inadecuada posición corporal gracias a un trabajo semanal con la fisioterapeuta y mi espalda, ahora, me lo agradece. Y así, he ido evolucionando hasta llegar donde estoy, sintiendo que no tengo límites y capaz de batir varios records del mundo. Gracias a que, por fin, he dado con la metodología de entrenamientos que me encaja con mi vida real y con el día a día que llevo.
Método en el que realizo alrededor de 4.000-4.500 m tres días por semana y unos 2.000-2.500 m los otros tres días por semana. Algún día puedo doblar entrenamientos, pero no es la norma, porque debo estar atento, fresco y concentrado para mis responsabilidades laborales. Y muchos estiramientos y trabajo de corrección postural para la espalda. Complemento este trabajo con una rutina de tonificación -en seco- con gomas Theraband que noto, personalmente, que me va muy bien para reforzar mis tendones y asegurar mis articulaciones. Y con esto tengo suficiente para demostrar que se pueden hacer mejores marcas a los 33 años que en mi época de nadador de alto rendimiento, entre los 18 y los 24 años. Y os pudo asegurar que tengo la sensación de estar en condiciones de seguir mejorando…

En estos últimos años he querido demostrar mi carácter de luchador tenaz y de no querer rendirme a la injusticia tal como mi padre quería (que en paz descanse) y, ahora, ojalá me viera -aunque estoy seguro que me está viendo desde ahí arriba- porque le hago muy feliz y, también, por mi madre que luchó junto a él durante 6 largos años que le duró el cáncer, habiéndole pronosticado los médicos sólo 3 meses de vida. Vivió 6 años, para que os hagáis una idea de cómo fue mi padre de luchador. Y todo para revelar su fuerza de vivir, su ánimo incansable y sus ganas de mostrar que es posible realizar todo aquello que creas que puedes hacer, (aunque la gente no te apoye). Todo, en esta vida, se tiene que hacer a base de esfuerzo personal y de tirar para adelante solo y, en mi caso, espero poder hacerlo hasta que me muera.

El registro logrado en los Campeonatos de Catalunya Máster de Sabadell-2009 en 200 m mariposa (1.57.46), récord del mundo +30, (prueba en la que años atrás me castigaron injustamente por dopaje), es en memoria y recuerdo de mi padre.

La esperanza es la fuerza de la revolución.
André Malraux

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