Nadando por la vida


Consejos, trucos y reflexiones de un recordman del mundo de natación
-Libro NO editado-
Publicación quincenal de capítulos en este blog

2 de febrero de 2011

5. Natación y Menopausia

Germán Díaz y Mario Lloret
En abril del 2009 asistí, como miembro del tribunal, a la lectura y defensa de la tesis del Dr. Germán Díaz sobre Natación y menopausia y, hablándole de esta obra, se animó a coordinar este capítulo conmigo.
Este trabajo supone una gran aportación para la ciencia y otra prueba más que la práctica de este deporte permite a las mujeres mayores de 45 años tener una vida más sana. El problema más importante de esta etapa en estas mujeres jóvenes es la aparición de la osteoporosis que provoca que el hueso, de manera progresiva, pierda densidad ósea. A causa de esto el hueso se vuelve más frágil, afectando a todo el esqueleto de la mujer. Los golpes más pequeños como una caída o movimientos vigorosos no acostumbrados podrían provocar una fractura. Las fracturas más frecuentes pueden estar en la columna vertebral y en el fémur (a nivel de la cadera), entre otras. El hueso es un tejido vivo que se adapta constantemente a las influencias externas y del cuerpo. Junto a la función de apoyo del aparato locomotor y la función protectora de los órganos internos, el hueso constituye una fuente metabólica de gran importancia al almacenar calcio, fósforo, magnesio y sodio. Pero, a partir de la llegada de la menopausia, se termina el periodo de predominancia en la construcción de hueso y prevalece la destrucción de este tejido. El hueso inicia su proceso osteoporótico, pero la osteoporosis puede prevenirse con determinadas medidas de comportamiento y con ayuda de tratamientos farmacológicos y no farmacológicos. Pero cuando ya se sufre la enfermedad deben tomarse medidas adicionales para evitar las fracturas óseas, aliviar el dolor y mejorar la calidad de vida. En el aspecto preventivo, es necesario llevar una buena alimentación y mantener el peso adecuado, reducir el consumo de café, alcohol y tabaco, llevar un tratamiento hormonal sustitutivo y hacer ejercicio físico terrestre o acuático. Y en el aspecto terapéutico, una vez aparecida la enfermedad, existen diversas estrategias que el médico especialista indicará, como pueden ser los estrógenos, los fármacos anabolizantes (hormona paratiroidea), la calcitonina, el flúor, los moduladores selectivos de los receptores estrogénicos, etc.
Pero una de las mejores medidas para incrementar la solidez ósea, en esta etapa de la mujer, es el ejercicio físico -ya sea terrestre o acuático-. Y aquí es donde quiero expresar con contundencia mi opinión y terminar con leyendas urbanas producto de mitos sin sentido.
Personalmente, estoy harto de oír en centros de atención primaria de nuestro país, afirmaciones gratuitas de recomendación a las mujeres osteoporóticas del tipo: “vaya a caminar o haga ejercicio físico, pero no haga natación”, o “nadar es como ir en una nave espacial, porque en el agua no hay gravedad”.
¡Esto ES FALSO!
En primer lugar, los estudios de investigación no demuestran que caminar sea lo más adecuado para las mujeres osteoporóticas. Deberían caminar a ritmo elevado (de la marcha atlética) que dificultase el mantener una conversación durante más de una hora, para conseguir efectos beneficiosos. Caminar puede servir para reducir niveles de colesterol, de hipertensión o gastar más calorías, pero no para la osteoporosis. En cambio, veremos que la natación es indicada para el colectivo de personas con osteoporosis.
En segundo lugar, en una nave espacial la gravedad es cero. Y los astronautas deben moverse (si lo hacen) en unos habitáculos muy reducidos, cumpliendo con unas tablas que los preparadores físicos les han recomendado realizar en posiciones algo inverosímiles. Pero en el agua existe hipogravitatoriedad, lo cual quiere decir que existe gravedad pero está muy reducida. Por poner un ejemplo, una persona sumergida totalmente en el agua, puede pesar alrededor de 1/10 parte de su peso real. Es decir que, en al agua, si una persona no nada se ahoga. Y es necesario realizar largos para darle sentido a la clase dirigida. No me planteo que ninguna señora entienda que ir a la piscina es ir a flotar en el agua sin mover un solo músculo de su cuerpo. Pero también puede bailar al ritmo de una música en clases de aquafitness o aquagym y, por lo tanto, seguir moviéndose dentro del agua con un objetivo claro.

En esta tesis que he comentado, muy bien dirigida por nuestro viejo conocido Dr. Fernando Navarro, se muestran estudios en medio acuático que mejoran niveles de osteoporosis y se presenta el realizado por este autor (Díaz, G). En este estudio de dos años de duración en mujeres osteopénicas y osteoporóticas de Toledo, realizando sólo dos sesiones de 45 minutos de duración -cada una- a la semana, en dos grupos de entrenamiento (uno de natación de mantenimiento en piscina profunda, para entendernos, y otra de aquafitness, con música, impacto y resistencias en piscina poco profunda) durante dos años, se demuestra que las mujeres que realizan el trabajo clásico de natación de mantenimiento mejoran sus niveles de osteoporosis que las que realizan el trabajo de aquafitness (o las que no hacen nada, las cuales continúan perdiendo mucha masa ósea).
Es sorprendente este descubrimiento porque esto asegura que nadar con el esfuerzo de los brazos y las piernas o nadar con manoplas, o con aletas puede mejorar el grado de calcificación ósea de las mujeres, sin lugar a dudas, debido a que tienen que llegar a unos tiempos, deben acabar los largos, tienen que cumplir con un determinado metraje, etc. Y este beneficio está por encima de los resultados encontrados en las mujeres que realizaban las clases de aquafitness (o parecidas) en las que se pueden relajar si se fatigan en el transcurso de las mismas.

Sólo hay que ver nuestros campeonatos de España de Natación Máster y ver la salud de que gozan nuestras mujeres adultas mayores, para certificar que la natación es una buena medida para luchar contra esta enfermedad y reducir las fracturas vertebrales o femorales y mejorar la calidad de vida de las mujeres españolas. ¡Ah!, y además empezar a mostrar a las instituciones públicas de la Salud de nuestro país que, con una medida tan sencilla como nadar (natación de mantenimiento, Natación Máster, etc.), se podrían ahorrar más de 200 millones de euros en gastos sanitarios y evitar que tres millones de personas tengan alguna fractura y sigan engrosando e incrementando los gastos de la salud en España…, que pagamos todos.

Pero, a partir de ahora, los equipos sanitarios españoles ya tienen que saber (tras esta tesis) que no es ético no prescribir Natación a las personas con osteoporosis. ¡Se han terminado las tonterías!

Emitir bellas teorías es bueno, practicarlas es mejor.
Adolphe Ferrière

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